Io

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domingo, 18 de agosto de 2013

El día del niño.

Mi primer día del niño, como padre, no es igual al de muchos. No estoy con mi hija, y no la veré hasta mañana, donde, gracias a mi viejo, voy a buscarla (también a su madre)a su ciudad natal,  Concepción del Uruguay. Quinientos kilómetros de ida, cargar ropas, bolsos y algo más, y volver. Una mudanza express, donde el viaje vale solo por buscarlas a ellas. En sus dos meses de vida, solo la vi dos semanas. Y siento que me perdí cosas que no voy a poder ver "por primera vez", aunque  sean mínimas, como su primer baño, su primera desvelada, sus dolores de panza o simplemente el ver como ella empieza a ver y a analizar el mundo que la rodea.
Pero espero poder compenzar la balanza con sus infinitas "primeras veces" venideras. Espero poder llegar a la estar a la altura de tamaña responsabilidad, ¡si ni siquiera aprendí aun a cambiarle un pañal!
Teneme paciencia, Lu. Voy a ir aprendiendo junto con vos, hasta que ambos nos acostumbremos y descubramos que no hay manera de que sepamos lo que hacemos, hasta que lo hagamos una vez. No va a haber consejos externos, no va a haber atajos ni trampas. Me voy a dar la cabeza contra paredes hasta que vea la puerta, o la derribe. Pero  vamos a avanzar juntos. Y el primer paso, será ese pañal...
Y el primer paso, será ese pañal...



Nota mental: creo que algo que me estaba faltando, era un propósito para escribir. El blog anterior, en aparente carencia de este, era un caos de entrada tras entrada. Un caos que, mientras visitaba un ciber, me hacía escribir lo que se me viniera a la mente. Este mismo blog tampoco tenía propósito, y ese lejano caos ya no era motivo suficiente para que las pocas lineas o frases que cruzaban escasamente por mi cabeza se convirtieran en al menos una idea, o algo con sentido; algo concreto para no poner una frase y una imagen y dejarlo como listo...hasta ahora.